- Enseñanza y desarrollo
El último informe de la Unesco sobre ciencia, divulgado recientemente,viene a reforzar el argumento de que la ciencia y la tecnología tienen
una importancia crucial para el desarrollo de los países. El documento,
que abarca desde 2002 hasta 2007 aproximadamente, revela que los
gobiernos del mundo expandieron la financiación de investigaciones en
este período, y que los países en desarrollo que adoptaron políticas
para la promoción de la ciencia, la tecnología y la innovación
progresaron más rápidamente en los últimos años. La Argentina
figura allí entre los actores latinoamericanos que han contribuido
al avance de esas áreas.
El informe señala la creación, en 1996, de la Agencia Nacional de
Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt) en la Argentina como
un ejemplo de cambio positivo en las políticas públicas de la región
en relación con la ciencia y la tecnología. Gracias a la acción de los
cuatro fondos que administra, la Anpcyt liberó, en 2008, 2346 millones
de dólares para un total de 2293 proyectos de Investigación y
Desarrollo. El documento también consigna la ley de la ciencia, que
el Congreso argentino aprobó en 2001 y que contribuyó a establecer
un sistema de ciencia, tecnología e innovación en el país. Entre otras
iniciativas elogiables del gobierno argentino, el informe de la Unesco
también menciona el Plan Estratégico de Mediano Plazo (2005-2015),
que le ha permitido al país avanzar simultáneamente en los campos de
la innovación y del desarrollo social.
Otras iniciativas demuestran la preocupación de la Argentina por el
avance del área científico-tecnológica. El Año de la Enseñanza de las
Ciencias, por ejemplo, celebrado en el país en 2008, tuvo un importante
papel simbólico, ya que le dio mayor visibilidad al tema; otras acciones
concretas, como programas centrados en el estímulo a la investigación y
la concesión de becas de estudio, están contribuyendo también al
crecimiento de la ciencia y la tecnología nacionales. Merece ser destacada
también la Comisión Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de las
Ciencias, integrada por investigadores y educadores que produjeron un
informe con un importante número de recomendaciones para el Gobierno.
Pero, como no podría ser de otra manera, a despecho de los innegables
progresos, la Argentina todavía tiene numerosos desafíos que enfrentar.
La Unesco toma nota de algunos. Uno de los principales tiene que ver
con la participación de la iniciativa privada en la distribución de la inversión
interna bruta en investigación y desarrollo entre los países de América latina:
la Argentina (29,3%) permanece detrás de Chile (45,7%), Brasil (45,5%),
Ecuador (45,5%), México (41,1%), Uruguay (38,3%) y Colombia (37,7%).
Otro indicador presente en el informe de la Unesco, que puede servir de
alerta para la Argentina, es el de la distribución de científicos e ingenieros
en América latina entre 2000 y 2007. En 2000, el 19,1% de los
profesionales latinoamericanos activos en esas áreas se encontraban en
la Argentina, y el 46,2%, en Brasil. Siete años después, la participación
brasileña subió al 50,9%, mientras que la argentina bajó al 15,8%.
Durante el mismo período, la participación de México subió del 16,1%
al 19,1%. Cuando se trata de la presentación de patentes en organismos
internacionales y de la formación de doctores (PhD), la Argentina también
se mantiene por detrás de Brasil y de México.
Para el avance de los países latinoamericanos en general en las áreas de
ciencia y tecnología, la Unesco recomienda más inversión de recursos en
investigación y desarrollo y en educación superior.
En lo que respecta a la educación formal en el área de ciencias, el informe
es contundente: invertir más recursos humanos y financieros en una
educación científica de calidad desde la escuela primaria, tanto en la
educación pública como en la privada, es una necesidad impostergable.
También aporta datos suficientes como para alertar sobre las dramáticas
consecuencias de no hacerlo.
Sin embargo, la escuela todavía parece poco sensible a la importancia
de formar nuevos científicos. Las actividades a menudo propuestas a los
alumnos reflejan una imagen de la ciencia muy lejana de la apasionada
actividad intelectual y creativa que es en realidad. No sorprende, por lo
tanto, que tan pocos jóvenes elijan la ciencia como camino profesional,
ni que los resultados en pruebas internacionales como PISA sean por lo
menos preocupantes. Los docentes están inmersos en un sistema que no
los preparó adecuadamente para la realidad contemporánea, en que la
ciencia y la tecnología adquirieron una nueva dimensión y una mayor
relevancia, lo que exige recursos pedagógicos compatibles. Ese mismo
sistema no parece tampoco estimular la carrera de profesor de ciencias.
Sería altamente positivo que se incentivara en los cursos de pedagogía de
hoy la formación de los maestros de ciencias de mañana, para establecer
un círculo virtuoso en que los nuevos docentes también estén en condiciones
de formar nuevos científicos.
Como oportunamente declaró hace poco el biólogo Diego Golombek:
"La vacuna es sencilla: mostremos de qué se trata la ciencia;
apoyemos y encaucemos las preguntas y
los experimentos en el aula. Hay estudios que indican que la
inclinación por las ciencias se consolida hacia el
final de la escuela primaria: ¡la cantidad de vocaciones que e
stamos perdiendo en el camino!".
Este es un riesgo que la Argentina no puede correr.
Por Jorge Werthein
El autor es doctor en educación y presidente de Sangari Argentina
Fuente: LA NACIÖN
No hay comentarios:
Publicar un comentario