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miércoles, 24 de agosto de 2011

La primera infancia (0-6 años) y su futuro // Jesús Palacios y Elsa Castañeda


Colección Metas Educativas 2021
Editan Santillana y OEI con el apoyo de la AECID
Existe acuerdo sobre la importancia de los primeros años de la vida humana y el decisivo papel de las influencias educativas en esta etapa. La primera parte de este libro está dedicada a analizar las condiciones sociales y educativas de la infancia iberoamericana. La segunda ofrece un completo panorama de las direcciones en que deben orientarse los cambios del futuro. Entre los argumentos esenciales de ese cambio están la perspectiva de los derechos de la infancia, las respuestas integrales que respondan a características y necesidades locales, la diversidad como bien a cultivar, el uso de metodologías de trabajo adecuadas a la edad, la búsqueda de la equidad y la exigencia de calidad.
Índice
Preámbulo, Álvaro Marchesi 7
Introducción, Jesús Palacios y Elsa Castañeda 11
Indicadores sociales y demográficos, atención a las necesidades básicas, cohesión social, derechos de la infancia, Jorge Iván Bula 15
Protección de la primera infancia: abuso, violencia, abandono, niños de la calle, explotación laboral, Alejandro Acosta 27
Políticas de primera infancia en Iberoamérica: avances y desafíos en el siglo XXI, Tatiana Romero39
Niños pequeños en la agenda de políticas para la infancia: representaciones sociales y tensiones, Fúlvia Rosemberg .49
Primera infancia: una agenda pendiente de derechos, Nashieli Ramírez 63
¿Qué hace Blancanieves por aquí? Derechos humanos, discriminación y diversidad en la primera infancia, Michael Feigelson 73
El futuro de la educación inicial iberoamericana: calidad desde la construcción de currículos en una perspectiva de posmodernidad, María Victoria Peralta 83
Juego y estética en educación infantil, Patricia M. Sarlé y Vicenç Arnaiz 91
El futuro de la educación iberoamericana: ¿es la no escolarización una alternativa?, Gaby Fujimoto 105
Principios y retos de la educación inicial que queremos para la generación de los Bicentenarios, Jesús Palacios y Elsa Castañeda 115
Bibliografía 125
Los autores 133
PreámbuloÁlvaro Marchesi
Secretario general de la OEI
La infancia es la etapa evolutiva más importante de los seres humanos, pues en los primeros años de vida se establecen las bases madurativas y neurológicas del desarrollo. Pocas dudas existen sobre la importancia del desarrollo infantil temprano en el aprendizaje y en el desarrollo social posterior. Las experiencias de los niños en sus primeros años son fundamentales para su progresión posterior. No es extraño por ello que los economistas y los científicos sociales aseguren que los programas que promueven el desarrollo de los niños pequeños son la mejor inversión para lograr el progreso del capital humano y el crecimiento económico.
En consecuencia, es imprescindible que se garanticen las condiciones básicas de alimentación y de salud de los niños pequeños, la provisión de estimulación variada, el apoyo a las familias para que atiendan las necesidades, el desarrollo y la educación de sus hijos, y la incorporación progresiva de los niños en centros educativos que contribuyan a su maduración y a su aprendizaje.
Por desgracia, aún queda mucho camino por recorrer en Iberoamérica. La pobreza, y sobre todo la pobreza extrema de las familias, tiene un efecto devastador en la infancia, pues conduce a la desnutrición, con sus secuelas en la salud de los niños, en su desarrollo y en su aprendizaje. En la región, la desnutrición global afecta al 7,2% de los menores de cinco años, lo que supone casi cuatro millones de niños. La tasa de escolarización de niños de cinco años no llega al 50% en varios países, lo que indica que en las edades anteriores el porcentaje es bastante menor.
Consciente de la urgencia de la acción, la OEI ha incluido entre sus objetivos prioritarios la cooperación con los países para encontrar vías de solución a los problemas que afectan a millones de niños y que impiden un futuro mejor para ellos, para sus familias y para la sociedad. Por esta razón, la atención integral a la infancia es una de las primeras metas del proyecto colectivo “Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios”, impulsado por la Conferencia Iberoamericana de Ministros de Educación y por la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno. De poco servirían los esfuerzos en mejorar la calidad de la educación si millones de niños continúan pasando hambre y no acceden a un puesto escolar hasta los cinco o seis años.
Es necesario, por tanto, hacer mucho en poco tiempo y hacerlo bien. Por ello es imprescindible conocer qué tipo de programas están cumpliendo mejor sus objetivos y cuáles son sus rasgos principales. En ocasiones, no siempre es posible hacer uso de este conocimiento, debido a la escasez de los recursos, a la urgencia de la intervención o a la dificultad de coordinar a las diferentes administraciones públicas. Sin embargo, es deseable no olvidar las conclusiones mayoritarias que ofrecen las evaluaciones realizadas, algunas de las cuales se resumen a continuación En primer lugar, hay que destacar el enorme valor de que los programas de atención a la infancia integren la dimensión social y la dimensión educativa. Es muy difícil que el solo trabajo en el ámbito educativo alcance sus objetivos si al mismo tiempo no hay una atención específica al contexto social y familiar en el que el niño se desarrolla. Este planteamiento requiere la coordinación de las diferentes instituciones responsables de la salud, de la vivienda, de la formación de las personas adultas, de la educación infantil y del apoyo a la familia para desarrollar iniciativas coordinadas que se lleven a la práctica en un ámbito territorial y en una población determinada. Posiblemente, para lograr con mayor eficacia el objetivo propuesto, hay que conseguir la participación de los municipios en esta estrategia. Las ciudades podrían constituirse en lugares para el cuidado y el desarrollo de la infancia, en las que la mayoría de sus decisiones tuvieran en cuenta la defensa de los derechos de los niños y la promoción de mejores condiciones para su vida.
En segundo lugar, es preciso diseñar programas que se adapten a la situación social, cultural y lingüística de los niños y de sus familias. Ello supone conocer previamente las condiciones de vida de las personas que van a participar, escucharlas y favorecer el compromiso del conjunto de la comunidad. La norma debe ser la flexibilidad, la atención a la diversidad y el reconocimiento de sus formas propias de vivir y de comunicarse.
En tercer lugar, es necesario incluir de alguna manera la participación de la familia en los proyectos orientados a la mejora de la infancia. Bien a través de iniciativas que pretenden cooperar con los padres y las madres en la atención educativa a los hijos, bien a través de una oferta educativa que contribuya a elevar su nivel educativo, cultural o profesional, o bien a través de servicios que intentan mejorar sus condiciones de vida, lo cierto es que la atención a las familias y su colaboración en las acciones para una más completa atención educativa a sus hijos es un factor principal en el éxito de los programas a favor de la infancia.
Finalmente, conviene no olvidar cómo se definen y se desarrollan los objetivos y los contenidos de los programas educativos que se ofrecen en contextos escolares o, más en general, de los organizados con una finalidad educadora. Todos ellos deberían incluir de una u otra forma el desarrollo de los sentidos, la importancia del juego y del descubrimiento, el fomento de las experiencias comunicativas y estéticas, el cuidado de la dimensión afectiva, así como el fomento de las señas de identidad cultural, lingüística y personal de cada niña y de cada niño. Desde esta perspectiva, la formación de todas aquellas personas que tienen alguna responsabilidad en la educación de los niños pequeños adquiere una especial relevancia.
Como se ha señalado al comienzo de estas líneas, la OEI asume entre sus objetivos prioritarios la atención integral a la primera infancia y así lo ha incluido en la formulación de las Metas Educativas 2021 y en sus programas de acción compartidos. La meta que se plantea para el fin de la próxima década es lograr que el 100% de los niños de 3 a 6 años participen en programas educativos, que se multiplique el porcentaje de niños de 0 a 3 años que tienen posibilidades de acceso a experiencias educativas organizadas con esta finalidad y que se fortalezca el carácter educativo de todas las opciones existentes.
Se pretende no solo lograr que exista una oferta suficiente para los niños de estas edades, sino también que sea de calidad contrastada. Para avanzar en esta dirección, la OEI se plantea ofrecer un curso especializado de educación infantil en el marco del Centro de Altos Estudios Universitarios para las personas que trabajan en este campo sin la preparación suficiente. También se propone colaborar con los diferentes países por medio del apoyo técnico, el intercambio de programas y de iniciativas, la elaboración de modelos variados para la atención educativa de la primera infancia y el diseño de estrategias adaptadas a cada contexto para propiciar la participación de las familias en la educación de sus hijos pequeños.
La consecución de estos objetivos exige el compromiso del conjunto de la sociedad. Por ello, la OEI ha incluido entre sus estrategias y líneas de acción sensibilizar a todos los sectores sociales y a las diferentes instituciones públicas y privadas sobre los derechos de la infancia, elaborar un índice de cumplimiento de dichos derechos y colaborar en la construcción de un sistema integral de indicadores sobre la infancia.
Este ambicioso proyecto exige ampliar la colaboración y las alianzas con todas las organizaciones públicas y privadas que trabajan en cada país por mejorar las condiciones de vida de la infancia y por defender sus derechos. El apoyo a las iniciativas de UNICEF en la región iberoamericana ha de ser una constante en todos los proyectos de la OEI. A su vez, la OEI pone a disposición de los países y de las diferentes organizaciones el trabajo de sus Institutos de Desarrollo e Innovación Educativa (IDIE), especialmente de aquellos situados en Colombia y Guatemala, cuyo foco principal se sitúa en la infancia y en la educación infantil.
No hay, pues, tiempo que perder para estrechar la colaboración de los diferentes organismos e instituciones y para ampliar el apoyo social y económico con el objetivo imperioso de saldar cuanto antes la intolerable deuda que Iberoamérica tiene hoy con la infancia.

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