Estamos por iniciar un año juntos…donde recorreremos muchos caminos, donde cada quien pondrá lo mejor de sí para llegar juntos a la meta.
Bienvenidos…seremos un gran equipo

viernes, 18 de febrero de 2011

LOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN DE ADULTOS

La formación de profesores capacitados y especializados en la educación de adultos y una relación
más sostenida de los contenidos que se imparten con el mundo del trabajo asoman como los
principales desafíos de esta modalidad de enseñanza, que ya lleva más de un siglo de presencia
extendida en el país y que hoy se desenvuelve en un renovado escenario .
Concebida inicialmente como un área destinada a combatir el analfabetismo y dar rudimentos
mínimos para la formación de oficios en el mundo laboral, la educación de adultos es considerada
hoy un espacio fundamental para el aprendizaje permanente y una herramienta de decisiva
influencia en las expectativas y posibilidades de acceso al empleo y al conocimiento.
A pesar de su creciente desarrollo, con modalidades a distancia y sistemas de clases
semipresenciales, la educación de adultos carece hoy de vínculos sólidos con el sector productivo.
Se prioriza, en general, la alfabetización y la educación básica, pero no terminan de sentarse las
bases para el desarrollo sostenido de una educación articulada con el mundo del trabajo. El desafío
es revertir esta situación, precisamente, en un contexto con características desfavorables, en el que
conviven el desempleo y la flexibilización laboral y donde cada vez existen menos puestos de
trabajo.
Las últimas estadísticas oficiales muestran que 575.219 jóvenes y adultos estudian para acreditar
sus conocimientos de la enseñanza básica en la Argentina. De ese medio millón de personas,
403.738 intentan completar la enseñanza secundaria y 171.481 alumnos cursan la escolaridad
primaria.
Además, el último Censo Nacional de Población realizado en 2001 por el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (Indec) revela que sobre un total de 26.012.435 personas mayores de 15
años, 961.632 no contaban con ninguna instrucción, 3.695.830 tenían el primario incompleto y
5.435.128 no terminaron el secundario. Si se tiene en cuenta que la población que asiste a las
escuelas de adultos apenas supera las 500.000 personas, es claro que queda mucho por avanzar
en la cobertura escolar básica de los habitantes, especialmente en la enseñanza secundaria.
Mientras se desarrollan distintas herramientas, como las modalidades de enseñanza a distancia,
para ampliar la instrucción de quienes no completaron a tiempo su formación básica, es poco lo
que se ha avanzado en sistemas de acreditación de saberes laborales, mediante certificados que
habiliten para determinados oficios y actividades.
Uno de los últimos planes que han tenido amplia respuesta es el programa Adultos 2000, lanzado
por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para atender una demanda creciente. Son cursos
semipresenciales, en los cuales el alumno recibe materiales de apoyo y se prepara a distancia para
poder rendir los exámenes que le permitan completar el nivel secundario.
“Es una buena iniciativa. Pero hace falta un andamiaje más riguroso de tutorías y materiales de
apoyo. El alumno se inscribe, retira los materiales y rinde el examen. No hay un desarrollo del uso
de las estrategias cognitivas”, advierte el especialista Manuel Gómez, actual titular de la Dirección
Nacional de Educación del Adulto, luego de desempeñar durante varios años la misma función en el
gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Para Gómez, existe poca investigación realizada en el área de la educación del adulto. Los pocos
trabajos que se realizan son en las universidades, y no en las propias instituciones.
Dimensiones de la oferta
La oferta de esta modalidad de enseñanza es esencialmente estatal. Se dicta en 4616 unidades
educativas, de las cuales el 92,7 % son gestionadas por el Estado, según el Anuario Estadístico
Educativo 2002 del Ministerio de Educación de la Nación.
Dos de cada tres personas que concurren a este servicio educativo son menores de 25 años,
mientras que el 33 % son mayores de esa edad.
De acuerdo con el registro de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad
Educativa, el 50,6 % de los que cursan en escuelas de adultos son mujeres. Casi la mitad de los
alumnos (258.639) estudia en la provincia de Buenos Aires y las jurisdicciones con mayor número
de adultos que buscan completar la enseñanza básica o secundaria son Santa Fe (38.629), la
ciudad de Buenos Aires (35.202), Córdoba (30.807), Mendoza (27.661), Misiones (20.147) y Chaco
(18.407).
Si bien es notoriamente superior la cantidad de adultos que estudian para terminar el secundario,
hay cinco provincias en las que es mayor el número de personas que intentan terminar la primaria:
Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy y La Rioja.
La tercera parte de las 4616 unidades educativas se encuentran distribuidas en la provincia de
Buenos Aires (1545) y los índices de repitencia son equivalentes a los que se registran en la
enseñanza común: repiten el grado en la primaria el 8,6 % de los adultos, aunque el porcentaje es
mayor en los varones (9,8 %) que en las mujeres (7,5 %). Los distritos con mayor índice de
fracaso escolar son Tierra del Fuego (18,8 %), Formosa (12,8 %), Corrientes (12,5 %), Santa Fe
(11,5 %), La Pampa (11,1 %) y Chaco (10,7 %).
En el secundario, el promedio de repitencia del curso es 5,6 % (6,6 % entre los varones y 4,5 %
entre las mujeres). Los porcentajes más altos por jurisdicción son los siguientes: Santa Cruz (14,4
%), Río Negro (13,6 %), Santiago del Estero (13,4 %), Misiones (10,7 %), Formosa (9,5 %), Jujuy
(9,5 %), Neuquén (9,5 %), Santa Fe (8,7 %), Ciudad de Buenos Aires (8,2 %).
El problema en el mundo
A nivel mundial, si bien se advierte una disminución del analfabetismo y una mayor cobertura
educativa, persisten diferencias en distintas regiones y países.
Diagnósticos de organismos internacionales, recogidos en agosto del año 2000 por el Ministerio de
Educación de la Argentina en el informe “La educación de jóvenes y adultos. Estado de situación”,
revelan que “el 23 % de la población adulta mundial es incapaz de leer, escribir o realizar
operaciones matemáticas elementales”.
Según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 1999 había en
la región 220 millones de pobres, de los cuales 90 millones estaban en situación de pobreza crítica.
En América latina el 10 % más rico ha incrementado sus ingresos treinta veces más que el 10 %
más pobre.
Históricamente, la educación de los adultos ha sido una preocupación constante de los organismos
internacionales. En 1949, a cuatro años de la creación de la Unesco, se celebró la Primera
Conferencia Internacional de Educación de Adultos, en Elsinor, Dinamarca, donde participan 79
países. El encuentro se centró en la necesidad de otorgar un sentido democratizador a la
educación.
En agosto de 1960 se desarrolló la II Conferencia Internacional de Educación de Adultos, en
Montreal, donde se planteó el carácter compensatorio de esta modalidad de enseñanza.
La III Conferencia Internacional se celebró en 1972, en Tokio, donde se comprobó que el
desarrollo de la educación de adultos era muy desigual en el mundo. Comenzó a delinearse, así, el
concepto de educación permanente, que llevó luego a la meta de educación para toda la vida
propiciada por la Unesco.
En marzo de 1985 se celebró la IV Conferencia Internacional en París, donde se aprobó la
Declaración sobre el Derecho a Aprender, en la que se definió al aprendizaje como “un derecho
fundamental y universal de la persona”.
La V Conferencia Internacional se desarrolló en 1997 en Hamburgo, donde se alcanzaron
compromisos mundiales en una perspectiva de educación permanente. Participaron los 190 países
miembros de la Unesco y, por primera vez, más de 400 representantes de organismos no
gubernamentales, fundaciones e instituciones civiles. En esta reunión se alentó el surgimiento de
nuevos modelos de educación básica para jóvenes y adultos que superen las concepciones de
educación compensatoria y supletoria y se avance en la educación permanente, con la meta de
hacer realidad las cuatro orientaciones propuestas por el Informe Delors, en 1996: aprender a
aprender, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos
En esta conferencia se resolvió incluir la educación de los jóvenes como componente indispensable
de la educación de los adultos. Se concibe a la educación como un derecho y una puerta de
acceso al siglo XXI.
En un documento preparativo de la Conferencia de Hamburgo se advertía sobre “la presencia de 39
millones de personas analfabetas y de unos 100 millones de personas jóvenes y adultas con
educación primaria incompleta, que significan una demanda potencial que muchas veces no tiene
medios para hacer explícitas sus necesidades de oportunidad educativa y que se integra en
condiciones desventajosas a la vida social”.
El aumento de la alfabetización de adultos y la promoción de oportunidades de aprendizaje para
jóvenes y adultos son dos de las seis metas fijadas la Conferencia Mundial de Educación celebrada
en Dakar en el año 2000, cuando se respaldó el objetivo del programa Educación para Todos, que
se fijo el propósito de asegurar el acceso y la calidad de la enseñanza en todo el mundo.
La meta establece el compromiso de aumentar en un 50 %, no más allá del año 2015, el “número
de adultos alfabetizados, en particular las mujeres, y facilitar a los adultos un accdeso equitativo a
la educación básica y la educación permanente”.
También se acordó velar “por que las necesidades de aprendizaje de todos los jóvenes y adultos
alfabetizados se satisfagan mediante un acceso equitativo a un aprendizaje adecuado y a
programas de preparación para la vida activa”.
En el Informe “Educación para Todos: ¿va el mundo por el buen camino?”, realizado por la Unesco
en 2002, se señalan algunos lentos progresos: el 70 % de adultos alfabetizados en 1980 aumentó
a un 80 % en el año 2000. “En valores absolutos, los progresos son modestos: de los 870 millones
de personas consideradas analfabetas en 1980 se pasó a 862 millones en 2000”, señala el informe,
que advierte que dos tercios de esa población son mujeres.
Un signo muy llamativo es que el 61 % de las 862 millones de personas analfabetas vive en cuatro
países: India (34 %), China (16 %), Bangladesh (6 %) y Pakistán (5 %). Se espera que en el año
2015 descienda el número de jóvenes analfabetos (de 15 a 24 años), que pasaría de 140 millones
(86 millones de mujeres) que había en el 2000 a 107 millones (67 millones mujeres).
El informe recuerda que el significado de la alfabetización cambió radicalmente en los últimos 15
años. Señala que ahora se habla de “alfabetizaciones” (en plural), porque está integrada en un
gran variedad de situaciones de la vida y de la subsistencia y difiere según la finalidad, el contexto,
el uso, la escrit ura y el marco institucional.
El desarrollo en la Argentina
En los tiempos de la organización nacional, cuando el país padecía una grave situación de
analfabetismo, se previó la necesidad de abrir escuelas para adultos en la ley 1420 de educación
común, sancionada en 1884. El artículo 11 de la norma fijó la necesidad de habilitar esos
establecimientos “en los cuarteles, guarniciones, buques de guerra, cárceles, fábricas y otros
establecimientos donde pueda encontrarse reunido un número, cuando menos, de cuarenta adultos
ineducados”.
A lo largo de más de un siglo la enseñanza de adultos se extendió en la Argentina, aunque luego
del proceso de transferencia de escuelas a las jurisdicciones provinciales, en 1992, el desarrollo de
la educación de adultos fue heterogéneo y dispar. Corrió una suerte muy diversa según cada
distrito. Buenos Aires, Capital Federal, La Pampa y Mendoza figuran entre las jurisdicciones que
mantuvieron una fuerte identidad y un lugar destacado dentro de la política educativa general.
Otros distritos, en cambio, unificaron prácticamente la educación del adulto con otros regímenes
especiales, como la enseñanza artística y especial, entre otras modalidades.
Según el Censo Nacional de Población realizado en 2001, en la población mayor de 10 años hay
actualmente 767.027 analfabetos (395.175 mujeres y 371.852 varones) en la Argentina. De esa
población, la franja etaria que reúne más analfabetos es la de 50 a 54 años (74.810 personas).
En el año 2000, el 34,7 % de los adultos que concurrían a completar el secundario tenía entre 20 y
24 años. La franja de edad más numerosa de quienes cursaban la enseñanza primaria en escuelas
para jóvenes y adultos era la que llegaba hasta los 14 años (16,5 %).
Los servicios de nivel primario para jóvenes y adultos se organizan en escuelas vespertinas,
nocturnas o de tercer turno, a las que asisten los mayores de 14 años que no completaron la
escolaridad obligatoria. Se trató, básicamente, de reproducir en la enseñanza para adultos el
mismo esquema de las escuelas de población infantil.
En 1965 se desarrolló un programa intensivo de alfabetización y educación de adultos, destinado a
reducir al mínimo las tasas de analfabetismo, en sintonía con la campaña universal desarrollada por
la Unesco. Así se crearon cent ros educativos en todo el país, con una organización curricular
adaptada a las necesidades del alumno adulto.
En 1968 se creó la Dirección Nacional de Educación del Adulto en el Ministerio de Educación y
posteriormente surgieron instituciones específicas, como los centros educativos comunitarios, los
centros educativos móviles de promoción profesional popular, los centros educativos para
aborígenes y los centros educativos de nivel secundario, que permiten completar la educación
media en tres años.
En la práctica conviven hoy en el país dos esquemas en la enseñanza primaria para adultos: las
escuelas que funcionan en unidades educativas clásicas, con un sistema rígido que exige la
concurrencia diaria a clase, y los centros educativos que en general tienen un docente a cargo,
pero que no trabaja en la escuela sino en espacios de la comunidad (parroquias, sindicatos, clubes,
sociedades de fomento).
A ellos se suman las ofertas de cursos de formación profesional, que aparecen muy dispersos y
desarticulados en todo el país.
La educación del adulto es, en síntesis, la educación de los que quedaron fuera del sistema. Los
especialistas sostienen la necesidad de sustituir el viejo concepto de una “educación remedial” por
el de la “educación permanente, a lo largo de toda la vida”.
Esa concepción comprende, no sólo a los que se quedaron en el camino, sino también a los están
en actividad. Muchas empresas desarrollan programas de aprendizaje permanente para la
capacitación del personal..
“Son muy pocas las jurisdicciones que tienen una formación docente específica para el maestro que
se dedicará a la instrucción de los adultos”, apuntó el profesor Gómez, al señalar una de las claves
para el desarrollo del sistema. En general se recurre al maestro o profesor de educación común,
que se va formando en la especialidad con la práctica.
La educación a distancia, una de las herramientas vitales para proveer un sistema más dinámico,
también requiere habilidades y estrategias apropiadas para la educación de los jóvenes y adultos,
capacidades que no siempre presenta el docente tradicional, afirmó el especialista. Consideró
fundamental aportar capacidad de gestión técnica a los gobiernos provinciales y favorecer el
trabajo de políticas regionales para el abordaje de problemát icas comunes.
En tiempos de creciente desempleo, advirtió Gómez, la matrícula en las escuelas de adultos crece.
“La gente sabe que necesitará algún tipo de capacitación para mejorar sus posibilidades de empleo.
Además, al no tener el trabajo como eje organizador de su vida cotidiana, muchos buscan la
escuela para encontrar un marco de referencia que lo ayude a sobrellevar su nueva situación”,
reflexionó el especialista.
IIPE-BUENOS AIRES
SEDE REGIONAL DEL
INSTITUTO INTERNACIONAL DE
PLANEAMIENTO DE LA EDUCACIÓN-UNESCO-
INFORMES PERIODISTICOS PARA SU PUBLICACIÓN – N° 21
BUENOS AIRES
DICIEMBRE DE 2003

No hay comentarios: